2 de febr. 2017

Un catalán en la corte del Rey Arturito

Resultat d'imatges de rey arturo

Quince años atrás escribí el guión para una novela de humor. Era la primera vez que se me ocurría lo de la novela de humor (y sarcasmo). Dejé escritas unas diez páginas de esquemas, notas, apuntes sobre personajes y una primera plana en la que se presenta el narrador, un tipo catalán y desquiciado que escribe desde Burgos, ya que ha pedido asilo político en España. Un catalán refugiado en el santuario español, escribiendo en una libretita, sentado ante la catedral burgalesa con un tetra-brik de vino Don Simón a su lado, fiel como un perrito. Eso sucede unos meses después de la independencia de Cataluña. Para que luego digan que el independentismo y sus grotescas crónicas son cosas recientes.

La novela trata de Celdoni Puidengolas, un funcionario gris del Departament de la Presidència al que se le encarga investigar si en Cataluña existe alguien con pedigrí monárquico, descendiente de los antiguos Condes de Barcelona o de cualquier otra rama noble del feudalismo catalán medieval. Estamos en 1984 y el protagonista se inspira en un tipo que descubrí en "El abrigo", que es un cuento de Gógol desternillante.

En el primer capítulo, Celdoni es llamado a la casa que tiene en Pedralbes un misterioso alto cargo del régimen catalán. Le cuenta que el Govern ha decidido conspirar para la independencia de Cataluña, y que para lograrlo cree que debe construirse una monarquía sólida y verosímil, algo que levantará los ánimos patrióticos del poble català, ansioso por revivir sus glorias medievales. Le nombra a Pere I, a Martí l'Humà, las crónicas de Ramon Muntaner, los almogávares y el "desperta ferro!" y etcétera. Celdoni, como es de suponer, se emociona y besa los pies del hombre misterioso, orgulloso de recibir tan alto encargo. Cuando sale de la entrevista y camina por la Avenida de Pearson, entre aquellos palacetes, llora y busca una iglesia para poder arrodillarse y dar las gracias al Altísimo.

El hombre empieza su labor con método y disciplina, tal como sería de esperar en un funcionario chapado a la antigua, un tipo que ganó unas oposiciones durante el franquismo y fue reabsorbido por el catalanismo autonómico (ya que su familia siempre fue de misa, de la sardana y seguidora de las letras catalanas).

La novela sigue las andanzas del caballero, a la búsqueda de un futuro rey para Cataluña. Se trataba de reirse de las novelas artúricas. Y a la vez que del Gran Garbancito: cuando escribí aquél guión, Garbancito Pujol era el Gran Virrey de Cataluña. El Gran Visir de l'Eixample, el pequeño gran hombre. En la novela, Garbancito es un tipo corrupto y ladino pero quizás menos de lo que luego hemos conocido. Ya lo dice el tópico: la realidad supera a la ficción.

Y también la supera en lo malos que imaginé a los independentistas. Unos tipos conspiradores y cínicos, demagogos y postfascistas. Pero también menos de lo que luego la realidad nos ha revelado. Lo único que era imposible intuir era el asunto de las CUP, algo que debe aparecer obligatoriamente en una novela de humor contemporánea y catalana. Quizás no hay nada más cómico que David Fernández y Anna Gabriel apoyando las políticas de Convergència des de su fabulosa radicalidad Trotskista. Fabuloso.

Las desventuras del desdichado Celdoni se complican cuando, cada vez que descubre un posible heredero del trono catalán, este aparece muerto en extrañas circunstancias. Accidentes de tráfico, aparentes víctimas fortuitas en un atraco con disparos, de un atentado en plena calle, etc. Un día, el pobre Celdoni se da cuenta de que la policía le va a tomar por el principal sospechoso, ya que los nobles aparecen muertos poco después de haberse entrevistado con él. Es entonces cuando despierta y comprende: el Molt Honorable le está usando para eliminar cualquier noble que pueda ensombrecer su auténtico propósito, que no es otro que erigirse en Rey de Cataluña para luego cederle el trono a sus hijos.

Una vez desfacido el entuerto, Celdoni huye a España temiendo la detención por los Mozos de Escuadra en el mejor de los casos. Y en el peor, aparecer muerto en cualquier cuneta de la montaña de Montserrat o en la playa de Cadaqués, cerca de la mansión de los Rahola. Cuando escribí esas páginas, la señora Rahola ya era esa persona engreída, bravucona y trabucaire que, con el paso de los años, ha crecido dentro de ella. Cosa rara viniendo de clase alta y siendo señorita de mierda, ya que suelen ser más elegantes.

La novela no se escribió jamás, ya que me incliné por la cosa gótica, el misterio y todo eso. Quien sabe si, después de publicar este artículo, un editor atrevido me encarga que la escriba. Alea iacta est, como dijo Wifredo el Peludo mientras estampaba sus cuatro dedos en el escudo de marras (¿porqué no se los metió en el trasero?). Ahora que me acuerdo: sobre Wifredo también escribí algo, de joven, cachondeándome de la falta de escudo de la realeza catalana.


2 comentaris:

  1. Lluís,
    Profètica i visionària, la teva novel.la incipient. Te la compro, que em vull petar de riure:))

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  2. Deberías tenerla presta para Sant Jordi, que en un país que va de laico no debería de existir tal "mote", sino sólo nombrar el 23 de abril.
    Ya puedes pensar que me haría con un par de ejemplares, uno para mí y otro para regalar a uno del PedoCat.
    Salut
    PD: me he puesto a temblar cuando has destacado el año en que trascurre la narración...1984.

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