28 de jul. 2017

El triste fin de Policarpo Puigdemont


Por lo visto, el señor Puigdemont ha decidido emplear el verano de 2017 en la tarea de convertirse en un Lluís Companys versión derechona. Derechona catalana, claro está. Quiere ser el último mártir de una patria improbable, de un país que jamás existió. Y, a ser posible, que se noten los genes carlistas más o menos disimulados tras la gesta. Ha puesto todo su empeño en ello. Bueno, digamos que por una vez aceptaremos un principio liberal y diremos que cada cual es libre de escoger la forma de hacer el rídículo (o el déspota ridículo) que más le convenga. Al fin y al cabo, la posibilidad de convertirse en un pequeño Tirano Banderas está al alcance de casi todos, incluídos los presidentes regionales como Puigdemont.

El señor Puigdemont, de todos modos, haría bien en tomarse algún descanso de vez en cuando, y dedicar una parte del tiempo a otros quehaceres. A relajarse. Eso lo digo en beneficio del común, pero también, incluso en el suyo propio. No hablo tan solo de la paella en Cadaqués, que debe estar al caer. Hablo de la lectura bajo una sombrilla o una vulgar sombrita. Si por lo que fuese cambia de idea y se inclina por el ocio en la literatura, que es una de las ocupaciones mayoritarias entre trabajadores (ya sé que leer es de pobres) le recomiendo una novela de Alfonso Henriques de Lima Barreto, el autor brasileño que escribió "El triste fin de Policarpo Quaresma", por allá en 1911. Lo acaba de publicar en catalán una editorial cuyo nombre no le ofenderá nada al señor Puigdemont: Adesiara (Martorell, 2017).

La novela cuenta los árduos trabajos y las desventuras de un funcionario brasileño gris y cincuentón (como usted, señor Puigdemont) que un buen día decide dedicarse en cuerpo y alma al servicio de la patria, asumiendo todos los riesgos y en estado de conciencia plena. Policarpo Quaresma ha llegado a una conclusión que le obliga a dar un paso al frente: ha descubierto que su patria es la más importante del mundo pero que eso debe mostrarlo sin ambages. Policarpo lleva muchos años leyendo tan solo literatura brasileña, comiendo solo comida brasileña y vistiendo ropas manufacturadas en Brasil. Y está aprendiendo a tocar la guitarra (como usted, de nuevo) para poder cantar las canciones más genuínas de la patria.

Policarpo jamás habla de otro tema: solo de la grandeza del país. De la supremacía cultural de la patria, de los principales hechos históricos patrios, grandes batallas, grandes derrotas, etc.

Policarpo no se detiene nunca en su labor redentora, y es así como un día descubre algo verdaderamente ignominioso: su país se expresa en la lengua de un país extanjero, de un país invasor. Debe hacer algo para paliarlo de inmediato y eleva esta propuesta al parlamento del país: deben abandonar la lengua portuguesa y proclamar que la lengua oficial de la patria es el guaraní. Porqué el guaraní no solo es la lengua verdadera de esta patria, si no también la lengua más bella.

Fiel a su empeño e irreductible el ademán (como usted otra vez) Policarpo Quaresma decide entregar su vida y su salud mental a convencer a todos que la razón está de su parte. Los argumentos son simples: él lleva toda la vida trabajando para la patria y los demás no. Él ha pensado mucho sobre el asunto. Muchísimo. De modo que si alguien osa llevarle la contraria la respuesta será simple y demoledora: usted no piensa tanto ni tan bien como yo.

La novela de Lima Barreto es una obra maestra de las letras brasileñas (¿o serán portuguesas?) y se inscribe, junto a la obra de Machado de Asís y la del infinito Eça de Queiroz entre los grandes textos que, en lengua brasileña-portuguesa nos explican de donde venimos los hombrecitos del siglo XXI.

Leída en Cataluña 100 años más tarde de haber sido escrito, "El triste fin de Policarpo Barreto" es un texto de actualidad. De rabiosa actualidad, como diría un periodista al uso. Ya que uno reconoce gran cantidad de las contundentes afirmaciones nacionalistas que proclama su protagonista: las estamos leyendo día tras día en la prensa, y las estamos escuchando día tras día en boca de los comensales de la paella de Cadaqués así como de otros varios políticos, periodistas (de Tv3 y de el Punt/Avui) y etcétera.

Una de las virtudes de la novela, aparte del estilo depurado, la ironía desternillante y la agudez en el retrato psicológico del hombre gris, es que el título nos anticipa el fin de la aventura y así el lector puede leer desasosegado. Lo digo porqué al señor Puigdemont no le imagino muy leído ni muy dado al placer civilizado de la lectura: si acaso decide no leer la novela de Lima Barreto, retenga su título.

Y lo repito, aún sin ninguna fe: le recomiendo al señor Puigdemont que se tranquilice y se siente a leer. Porqué entre que desarrolla con ímpetu su vocación martirológica y mientras no llega a su triste fin, ese hombre nos está poniendo la vida más difícil -si cabe- a los catalanes. Ya nos puso la vida bastante difícil su predecesor en el cargo, pero lo suyo supera lo imaginable en un interino. Nosotros los sufridores nos merecemos que eso termine pronto, que el señor Puigdemont acceda por fin a su triste fin cuanto antes. Pero creo que es de persona recomendarle pausa, paz espiritual, sosiego. Policarpo tuvo que ser ingresado en un sanatorio mental para calmar su bravura patriótica, y no tengo ni idea de en donde terminará ingresado usted.

Pero se que muchos de nosotros estamos al borde del hastío, de la desesperación, de la emigración. Cálmese y lea. Bajo una palmera o bajo el árbol que más le plazca. Hágalo por los ciudadanos de su patria que, aparte de ser mayoría, no queremos saber nada más de patrias y además nos merecemos vivir en paz y ocupándonos de nuestras cosas, que no so baladíes. Ya hemos sufrido bastante con la ristra de los patriotas iluminados precedentes en su cargo ¿no lo cree, señor Puigdemont?

16 comentaris:

  1. Que curioso, tengo en la portada de Tot un dicho de Nuria Amat, : "TODO NACIONALISMO ANTEPONE PATRIA A CULTURA", creo que viene como anillo al dedo.
    prometo leer la novela de la que no tenía idea.
    Gracias.
    Salut

    ResponElimina
    Respostes
    1. Queridos Miquel y Lluís, no estoy de acuerdo con este anatema si hablamos de la cultura catalana, en la que, incluso como instrumento político, se ha dado a la cultura en general un valor muy importante, antes y después de la República (en la medida de lo posible por la represión de la lengua), de ahí la fundación de muchas escuelas laicas, métodos de enseñanza de la Escuela Moderna, fundación de bibliotecas, centros sociales, cívicos, ateneos populares, editoriales, etc. Ah, por cierto, cuando se hacen comparaciones nacionales, quizá también sería junto añadir que la cultura catalana y sus representantes (culturales, políticos, etc.) pertenecen a un país que no acaba de serlo, por una razón u otra, pero siempre por razones político-jurídicas, y con la colaboración impagable (no digo pagable) de nativos de aquí, grandes burgueses, lerrouxistas, nostálgicos y otros (si podemos decirlo aún sin que nos denuncien al TC).

      Elimina
    2. Querido Albert: Yo todavía no tengo muy claro qué es un país, y por lo tanto no oso decir que Cataluña lo sea. Tampoco se lo que es España. Si hablamos en términos jurídicos, España es un estado y Cataluña una región autónoma.
      Sobre el papel de la cultura en Cataluña, habría mucho que debatir y no creo saber hacerlo aquí. Lo que hizo la República (lo hizo en toda España) fue invertir mucho dinero en educación, porqué en aquellos tiempos estaban convencdos de que la educación de todos era una garantía de futuro. Otro asunto muy distinto es lo que se hizo con la defensa de la lengua y la cultura catalana después de Franco (o durante): hay una apropiación de la cultura y la lengua por parte de una élite catalana y a la vez franquista (léase Òmnium Cultural) para tener bajo control la producción cultural. De esa idea sale la política lingüística y cultural de los gobiernos de Pujol, que nos dejaron una Cataluña ensombrecid, ensimismada. Pero lo dicho: ese es un asunto largo y delicado que algún día se debería analizar por quienes hasta ahora no lo ha querido hacer. Hablo de la ausencia de itelectuales en ese debate.

      Elimina
  2. Donde dice: "junto añadir...", debe decir: "justo añadir...). Gracias.

    ResponElimina
  3. Mi más que admirado Albert Tugues:

    Cuando inserto la reflexión de la Sra. Nuria Amat, en el que antepone "todo" a la palabra "nacionalismo", doy a entender lo que he entendido.
    No hay, creo, un nacionalismo diferente a otro nacionalismo. La forma de actuar y de pensar de los nacionalistas croatas no eran opuestos a la de los serbios, ni estos a la de los bosnios, siendo todos de la misma circunscripción. Y cuando quemaron las bibliotecas bosnias, como represalia fueron a la de los croatas y estos no dejaron en pie ninguna biblioteca serbia.
    ¿Qué quiere decir nacionalismo?, estimado Albert, según mi manera de ver y en este preciso momento?, que los partidos de izquierda, e incluso la clase religiosa, han abogado por la lucha de las diferencias por delante de la lucha de clases. Y en la lucha por la diferencia entra el acento de como pronunciamos las palabras, el apellido con raigambre y el árbol genealógico, mientras que en la lucha de clases lo que entra es como cuidamos a los más vulnerables.
    Quisiera recordar, por último, que si un partido político se atribuye el mérito de la lluvia, no nos extrañemos después de que sus adversarios le hagan culpable de la sequía.
    Un abrazo de los más grandes, y mi agradecimiento sincero del trato recibido por tu crítica a "Las sombras se equivocaron de dueño".
    Gracias. Muchas gracias.
    Salut.

    ResponElimina
  4. Y por cierto, cuando digo "...e incluso la clase religiosa..." lo que quiero manifestar, y en mi calidad de Teólogo, es : ¿qué diferencia hay entre una faz con la cara de un señor que pone "caudillo de España por la gracia de Dios" a la de una bandera cuatribarrada ondeando en la cúspide de la iglesia de Santa maría del Pí ?
    Recuerdo las clases de Paniker, y las de Via Taltavull, donde se abogaba por el espíritu y no por las enseñas, y alguna de sus frases :"La iglesia no está para redentora de políticos".
    Salut

    ResponElimina
  5. Hombre, Miquel, si hablamos de trapos, en un trapo está la efigie fascistoide, que se convirtió en una bandera-trapo que redujo a trapos a la otra bandera-trapo. En consecuencia, un trapo sometió al otro trapo, en el que no había ninguna efigie fascistoide. Ésta es la diferencia, de facto, y de trapo... Y Lluís, de no haber habido resistencia cultural, aunque mínima y de la clase que fuera, durante la postguerra, ahora ya no existiría seguramente la cultura catalana, sino la cultureta de la sardana, els caganers y algún que otro "rodolí nadalenc", que, por otra parte, es el destino al que tiende inexorablemente toda cultura autonómico-regional, sin jurisdicción propia.

    ResponElimina
  6. Me he guardado, amic AT, de hablar de "trapos". Tal como está, y lo estamos poniendo todos, el patio, no es mi deseo herir ni poner sal a nada. Pongo "bandera".
    Un abrazo.
    Salut

    ResponElimina
  7. Muy bien tu escrito, Lluís. También los comentarios —los tuyos y los de Tot—.
    Te echábamos de menos.
    Buscaré ese libro, cuya existencia desconocía.

    ResponElimina
  8. Qué buena recomendación y estupenda novela. Las grandes obras, tragicomedia en este caso, siempre son actuales porque remontan la corriente del tópico para llegar a la fuente de la naturaleza humana. La comparación es muy pertinente, cuándo un individuo cree estar ungido por el dedo -del pueblo o de Dios- libre para tomar decisiones conforme al designio, ocurren desgracias sociales irreparables. No hace falta recordar que el Caudillo y sus secuaces, en defensa del espíritu nacional, mataron y reprimieron a placer para salvaguardar las esencias del pueblo español.
    Así que cuando oigo a políticos hablar en nombre del pueblo, me pongo a temblar. Imagínate las ganas que tengo de que se acaben los Policarpos de turnos y nos dejen en paz. Será una obviedad, pero les hemos votado para que resuelvan, o al menos lo intenten, los problemas de la gente común, no para que envenenen la convivencia con promesas que no cumplirán.

    Abrazos

    ResponElimina
  9. La acción cultural de la Generalitat ha sido nefasta. Esta aseveración puede ser exagerada, quizás sea una alharaca, pero la he querido utilizar la hipérbole como una llamada de atención.
    La Generalitat ha utilizado la cultura como un objeto mercantil y como elemento de propaganda.
    Tras las décadas oscuras de la dictadura, en 1975-77, se organizó el “Congrès de Cultura Catalana”. Se movilizaron diversos sectores de la sociedad que reivindicaban una normalización de la lengua, una recuperación de la cultura catalana “dels Països Catalans” y la defensa de los derechos de las personas. ¿Qué salió de aquello? Se movilizaron más de 15.000 ciudadanos y expertos y académicos, en un debate “transversal”, estuvieron entestados en redactar manifiestos, análisis y proyectos. Salió una normalización lingüística fracasada, pues hoy los niños hablan catalán en las aulas y español en el patio, antes era al revés, pero la normalización de la lengua quedó en una operación de laboratorio más que en una acción vital, los medios públicos de comunicación fueron el alambique de la cultura.
    La calidad de la literatura escrita en catalán anda por los suelos, aunque sea subvencionada desde la ILC. La recuperación de la cultura catalana que reivindicaba aquel Congrès se ha venido haciendo con iniciativas mercantilistas en el fondo y propagandísticas en la forma. Por poner dos ejemplos: la “Gran Enciclopèdia Catalana” impulsada por Max Cahner que después ir sumando pérdidas y mala gestión tuvieron que echar a la calle al 25% de sus trabajadores. O “l’Institut Ramon Llull” que no ha sido otra cosa que un corralillo donde estabular las vacas sagradas del sistema, ahí todo son privilegios y prebendas. A estos grandes aparatos se han ido sumando iniciativas y espectáculos, el año Espriu, el año Vinyoli y la presencia de la literatura catalana en las ferias internacionales del libro donde para mayor prestancia deben echar mano a los autores que escriben en castellano, Mendoza, Marsé…, etc. pues el ridículo sería enorme si hubieran de recurrir a los mediáticos que escriben en catalán (Marius, Pilar, Quim… etc.) ¡ah, todos ellos, de un país que no acaba de serlo!
    Coincido con Lluís Bosch en que una élite (como no, siempre una élite) se ha apropiado de la cultura y la lengua catalana, (léase Òmnium Cultural) que, siendo catalanes y franquistas, mediante una evolución tan delirante como interesada, han pasado de catalanes a catalanistas y ahora independentistas. Y en todo este batiburrillo encontramos grandes burgueses, lerrouxistas, nostálgicos y otros tal como denuncia Albert Tugues.
    Un abrazo a todos
    Francesc Cornadó

    ResponElimina
    Respostes
    1. Gracias, Francesc. Ese retrato que has apuntado aquí es el único retrato sincero de la cultura catalana y del nacionalismo catalán. Creo que nos merecemos un debate de veras sobre la cuestión, y ya sabemos que este debate pendiente no se va a producir en los foros que pagamos entre todos, porqué los medios públicos catalanes solo obedecen al discurso de la élite independentista, que está ausente de autocrítica. Ese es nuestro drama.

      Elimina
  10. "...y la presencia de la literatura catalana en las ferias internacionales del libro donde para mayor prestancia deben echar mano a los autores que escriben en castellano, Mendoza, Marsé…, etc..."
    Eso, sino recuerdo mal, amic Cornadó, sucedió para junio del 2007 , y llevamos, porque los números no engañan como los políticos, 10 años de la misma cantinela.

    En aquel tiempo, el Instituto Llull, dirigido por Josep Bargalló, y bajo la supervisión directa del conseller Tresserras y de Carod-Rovira, se negó ya a incluir, entre los más de cien invitados a la Feria de Frankfurt, al escritor Valentí Puig, merecedor de los premios Ramon Llull, Josep Pla, de la Crítica y Sant Joan.
    El Instituto Llull, ente público catalán equivalente al Instituto Cervantes, finalmente decidió invitar de modo oficial tan sólo a escritores en lengua catalana, en tanto que escritores catalanes en lengua castellana, como Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Javier Cercas o Enrique Vila-Matas, sólo podrían ir de la mano de sus editores. Como así fue.
    La polémica originada por este hecho ha llegó hasta la capital del Meno, de modo que el Frankfurter Allgemeine, el diario más influyente en lengua alemana, acusó a las autoridades catalanas de llevar a la feria a un “equipo de reserva”, después de subrayar que es la primera vez que se invita a una región y no a un país. El diario también recordaba que el contrato obliga a las instituciones catalanas el representar de modo fidedigno la cultura del lugar.


    ResponElimina

  11. El programa catalán estaba organizado por la Generalitat, el Instituto Llull y un Institut d’Estudis Catalans volcado, estos últimos años, al independentismo. El Estado corre con buena parte de los gastos de su programa que –con sus dieciséis millones de euros presupuestados- es el más caro de los presentados hasta ahora en la Feria. También participan organismos oficiales de las Islas Baleares, Perpiñán, Andorra, y el pequeño pueblo sardo de l’Alguero, donde aún algunos habitantes guardan influencia idiomática catalana.
    La no inclusión de Valentí Puig entre los más de cien escritores en catalán invitados a Frankfurt podía tener sus lecturas políticas. Puig, antaño corresponsal y hoy columnista fijo del diario ABC, era director de ABC Cataluña cuando el rotativo madrileño descubrió el viaje de Carod-Rovira a Perpiñán. Del mismo modo, se recuerda el enfrentamiento habido entre Puig y el conseller de Cultura, Joan Manuel Tresserras, en un famoso debate televisivo en el que Puig se ausentó del programa al defender Tresserras el derecho de ETA a atacar con las armas ante la opresión del Estado. Bargalló, como integrante de la cúpula de ERC, tampoco ha escapado a las críticas del Puig columnista. Cabe recordar que Puig está considerado como uno de los más lúcidos analistas de la cultura catalana, más aún desde la publicación de su volumen “El hueso de Cuvier: ¿hacia dónde va la cultura catalana?”, asumido muy negativamente por el nacionalismo catalán más radical.
    Otro motivo de ojeriza del nacionalismo radical contra Puig es su significación en pro de la recuperación de la figura de Josep Pla, del que Puig ha sido uno de sus más eminentes estudiosos. Aquí cabe recordar que Pla aún no ha sido asimilado del todo por sectores nacionalistas, si bien no se discute su papel eminente como el mayor prosista del catalán del siglo XX.
    Valentí Puig, mallorquín, tiene hoy junto a Porcel la más alta consideración e influencia en las letras catalanas, de modo generalmente no discutido, a través de sus ensayos literarios y políticos, libros de viajes y de cuentos, novelas, lírica y artículos de opinión. Al margen de los encontronazos habidos con los cargos de la Conselleria de Cultura arriba mencionados, todos de ERC o cercanos a ERC, y nombrados “in pectore” aun antes de la formación del Govern, de Puig se rechaza su fidelidad a las posiciones conservadoras, su crítica a la política lingüística de la Generalitat y su rechazo al independentismo catalán. Quizá también su última novela, “La Gran Rutina”, premiada el último verano con el premio Sant Joan y retrato de la Cataluña del Tripartito, hayan tenido que ver en su marginación oficial del magno evento que le espera a la literatura catalana en Frankfurt.
    Por cierto, quien siempre está ahora en la palestra de está pléyade de escritores genuflexos, es Julià de Jodar, escritor menor, sin duda, pero alabador confeso. Tendrá suerte y de seguro le pondrán de director de algo.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Gracias de nuevo por tus aportaciones, Miquel. Insisto en que debe haber un debate de veras sobre la cultura catalana y la política cultural y lingüística. Un debate que también debe tratar el asunto de la educación y sus lenguas. Me puse en contacto con un partido que en teoría defiende el bilingüismo y su respuesta fué peor que decepcionante.
      Lo de Valentí Puig es clamoroso, yo creo que todas las personas con curiosidad por la cultura se han percibido de lo que pasa.
      Sobre Julià de Jòdar debo reconocer que le tenía por un buen escritor pero es evidente que es un mal analista de la realidad, lo cual cuestiona lo anterior. El nacionalismo lo envenena todo.

      Elimina
  12. Ostras que decir....Amén a todo, y agradeceros que gracias a vosotros me siento menos bicho raro, un abrazzo, un gran abrazzo !! y Gracias de nuevo

    ResponElimina